Falacia: equilibrio.
- Alejandro R. M.
- 23 jun 2020
- 1 Min. de lectura
A veces inicio conversaciones que dejo inconclusas, a veces me llaman y no converso, sólo contesto procurando evitar ser descortés.
A veces no tengo ganas de hablar y a la vez, extraño a una extraña que conocía el arte de conversar mejor que nadie...
A veces la soledad me reconforta, a veces me deconstruye la ausencia del sonido.
A veces soy amorfo, oscuro; a veces tengo rostro y puedo definirme.
A veces recuerdo y los errores me tiran piedras, a veces a pesar de mi ateísmo pienso que alguien me observa desde un rincón, entre calles vacías, en lugares abandonados.
A veces distorsiono la realidad sin afectar mis memorias, pinto murales
sobre momentos que los olvidados llaman 'recuerdos'.
A veces soy artista y otras tantas detractor, tengo esperanzas colgadas en mi habitación y como en carnicería penden de un gancho clavado en el torso de cualquier creador.
A veces te extraño y a veces te me olvidas, pero sólo a veces, cuando me pierdo entre los demás.
A veces la gente quiere que dios me visite y yo recito sus políticas sobre racismo humanidad y religión, esperando que si su dios no cambia al menos lo hagan ellos.
A veces pienso que el color importa cuando se quiere estar cerca, casi al nivel de la simbiósis, cuando se ama y no se es amado.
A veces soy esclavo de las decepciones, un mestizo con la fuerza de once negros, la sonrisa del ser más poderoso del universo y una convicción inquebrantable ante la ausencia de amor, música o silencio...
A veces quiero salir perdiéndome hacia adentro.
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